martes, 21 de octubre de 2008
Fernando Martínez cumplió su sueño de ser bombero y ha entregado su vida a esa profesión
Foto: Archivo particular
Su principal sueño era conducir una máquina extintora y hacer parte de bomberos cuando adulto, y a fe que lo logró.
Hoy es el Jefe Operativo de la estación de bomberos, es feliz apagando incendios, ayudando a la gente y arrebatándole vidas a la muerte.
La vida del subteniente Fernando Augusto Martínez Beltrán, ha estado marcada por el ulular de las sirenas, las carreras, el humo, el agua, el fuego, las mangueras, las picas, los lazos y las hachas, entre otros elementos, que siempre lo han acompañado para rescatar a quienes están en emergencia.
Y pese a que cuenta con solo 28 años, pareciera que ha vivido el doble pues su entrega, abnegación y compromiso con la profesión de bombero, lo hacen vivir al máximo las 24 horas del día, siempre dispuesto a ayudar a la gente sin importarle horario ni calendario.
Desde que su papá, que también fue bombero, llevaba la máquina extintora a la casa y le permitía montarse en ella, Fernando comenzó a madurar la idea de ser como el y de trabajar en esa institución.
"Yo empecé con una brigada infantil de bomberos a los 14 años y desde entonces he estado trabajando en este oficio que hago con mucho amor", dice Fernando.
Es tal su entrega y dedicación que el mismo comandante del Cuerpo de Bomberos de Villavicencio, capitán William Álvarez, lo califica como un personaje que nunca le dice no a las cosas que se le piden, siempre y cuando tengan que ver con su trabajo de bombero.
"Siempre está dispuesto a todo y pendiente de la institución", sostiene Álvarez.
Para Fernando, nacido en Villavicencio y graduado como técnico en Administración Financiera en el Politécnico Agroindustrial, ser bombero es un enorme reto que deja tristezas y alegrías.
Su recuerdo más triste lo constituye la muerte por asfixia de una pareja y su hijo, hace tres años, en el sector de San Isidro. Él no logró rescatarlos porque no le contaron a tiempo que dentro de la edificación había gente.
"Eso me impactó mucho y me dejó conmocionado porque yo, internamente, siempre siento el deseo de remediar el dolor ajeno y no soy capaz de ignorarlo", cuenta apesadumbrado Fernando.
Pero así mismo ha tenido plenos momentos de felicidad como cuando pudo rescatar a una persona que se encontraba en un pozo profundo y estaba próxima a ahogarse, él logró sacarlo del pozo con vida.
"Ese momento no tiene valor alguno, pues es gratificante poderle ganar a la muerte", dice.
Igualmente han sucedido cosas que le llenan el alma de emoción, como la vez que llegó a buscarlo a la estación de bomberos un abuelito con un paquete de arepas, a quien se le había quemado su casa en el barrio Antonio Pinilla, de la capital del Meta, para entregárselo y demostrarle su gratitud por lo que había hecho durante la emergencia.
Con la voz firme y la mirada puesta en el horizonte dice que la característica principal de un bombero es la de ser abnegado en su servicio para trabajar desinteresadamente por el bienestar de la comunidad.
"Yo hago mi trabajo con mucho amor, investigo bastante y capacito a la gente sin interés de lucrarme, pues lo único que me asalta es el deseo de prevenir cualquier situación de emergencia", sostiene.
Su mayor aspiración es llegar a ser comandante de la estación de bomberos y poder viajar a Texas (Estados Unidos) para hacer una especialización, pues allá existe una institución avanzada en la formación bomberil.
Sobre la situación actual de los bomberos piensa que la Institución está pasando por un buen momento y está siendo tratada con dignidad.
Sin embargo, cree que se necesitan muchas cosas para elevar la calidad de vida del voluntario y compensar así la entrega, el sacrificio y el compromiso que tienen estos con la sociedad.
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